Mujeres en la Iglesia: cómo resistir sin desanimarse ni irritarse

Xavier Melloni es jesuita, antropólogo, teólogo y fenomenólogo de la religión. Foto: Pilar Angel

Lala Franco. alandar.org

Estas líneas recogen una breve entrevista con Xavier Melloni sobre las reivindicaciones de las mujeres en el momento eclesial actual y sobre el movimiento de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, su estrategia y sus reclamos. Es en un contexto de conversación apresurada, al acabar un largo fin de semana de retiro, en el que hay que entender algunas afirmaciones, como la del titular, que pueden sorprender, pero que alimentan un debate necesario sobre la mejor estrategia en la defensa de la igualdad.

Pregunta.- ¿Qué tenemos pendiente en la Iglesia en relación con las mujeres? Parece que lo que reclamamos mucha gente no lo entiende…

Respuesta.- Entiendo que la cuestión es por qué la igualdad -que es una obviedad- tiene tantas resistencias; qué hay en el hombre, en este caso, que se ha apropiado un espacio que en otros lugares de la sociedad ha ido ya compartiendo y, en cambio, en la Iglesia tiene tantas resistencias, por qué sucede eso.

Yo creo que hay una estructura de patriarcado, incluso en la concepción de Dios, que es todo Él muy masculino, aunque en los últimos años se ha rescatado la figura femenina o neutra del Espíritu, pero forzando un poco las cosas, para decir, no, ya estaba ahí… pero queda mucho por recorrer. Tenemos el patriarcado tan, tan incrustado, que no nos damos cuenta de lo que supone. Esto está ligado a la clericalización de la Iglesia; una Iglesia que fuera más comunitaria sería más femenina, porque lo comunitario en sí ya es más femenino. Lo jerárquico y clerical está relacionado con lo masculino, mientras que lo comunitario, que es hacia donde vamos, está relacionado con el compartir, es más femenino. Son -en el fondo- dos modelos de Iglesia. Sabe mal que la Iglesia, que está llamada a ser profética, no lo sea en este punto y siga incomprensiblemente refractaria todavía.

P.- Por tanto, ¿cómo ves la lucha de la mujer en este momento?

R.- Entiendo que es una lucha de resistencia, porque son ya muchos años. La sinodalidad parece que va a propiciar ese cambio hacia una mayor igualdad, pero hay pasos que se pensaba que se iban a dar con el papa Francisco y él mismo ha visto que no podía ir hasta ciertos lugares, porque eso podría ocasionar rompimientos; por tanto, es un tema de cómo resistir en la causa sin desanimarse ni irritarse (acentúa él mismo la frase).Entiendo que no es un tema fácil; es una obviedad que tiene que caer por su propio peso, pero es complicado porque tiene muchas implicaciones y está ligado a la desclericalización y, como la clericalización es una forma de poder interno, soltar el poder cuesta…

P.- Entonces, ¿crees que tiene sentido la Revuelta de mujeres en la Iglesia en este contexto?

R.- Bueno sí, si por Revuelta entendemos darle la vuelta, (risas…) sí, una revuelta no violenta; si la revuelta no violenta es para darle la vuelta a la situación, pues perfecto.

P.- En ese proceso, ¿cuál es hoy la tarea fundamental para las mujeres y cuál es la tarea fundamental para el clero?

R.- Yo creo que la tarea fundamental para las mujeres en este momento es no asustar al clero, no asustarlo porque asustarlo no hace más que tensar las cuerdas. Y hay una forma de reivindicar que asusta y cierra más todavía. Igual no es políticamente correcto lo que voy a decir, pero hay una forma femenina de hacer la lucha que no es masculina, y a veces habéis masculinizado vuestra fuerza, vuestra lucha; la habéis masculinizado para enfrentaros a los hombres y eso creo que es un error. Hay una forma femenina de hacer la lucha para enfrentarse a la masculinidad sin caer en ella, y ese creo que es el punto. Si lucháis de forma femenina, no masculina, llegaréis más lejos.

P.- Eso se puede interpretar como sigamos dejando el poder en manos de los hombres…”

R.- No, no, ese es el peligro y lo entiendo. Soy consciente de que hablo como hombre y como sacerdote, y sé que nos falta, a mí me falta, empatía para comprender realmente el dolor y el reclamo que vivís las mujeres.

Estuve participando en la presentación del libro de Adelaida Barraco y María José Arana, Mujeres sacerdotes, ¿cuándo? sobre la vocación de la mujer al sacerdocio, y yo creo que ese enfoque de que es una vocación que no es escuchada ayuda más al hombre a entender cuál es el dolor que hay detrás.

Hay una vocación que no es escuchada; entonces no es una reivindicación de derechos, sin más, que entonces entramos a ver quién puede más y eso tensa la cuerda, sino que es invocar la radicalidad del Evangelio que es la escucha del otro, y por ahí creo que hay más posibilidad de hacer camino que por el enfrentamiento. A mí ese libro me enseñó mucho, aprendí de ese enfoque, me sentí bien ahí. Entiendo la Revuelta, en definitiva, pero creo que al hombre, más bien, le cierra más.

P.- Pero entenderás que haya mujeres que escuchen esto y piensen, “vaya, llevamos siglos aguantando y ahora tenemos que ser las buenas y no asustar a nadie…”

R.- ¡No! No, no es eso, claro. Es que la participación de la mujer en la Iglesia ¡cambia totalmente la organización de la Iglesia! A veces solo vemos la reivindicación de la mujer sacerdote, pero eso no arregla nada, es ponerle el doble género a la misma estructura…

P.- Sí, sería feminizar el clero…

R.- Claro, y entonces es que no ganamos nada… Yo creo que detrás de vuestra reivindicación hay mucho más, y ese cambio que se pretende es lento, y ahí llega vuestra aportación, es lo que quería decir, la parte solo reivindicativa del sacerdocio o los cargos no soluciona nada, puede perpetuar el clericalismo con mujeres.  

Detrás de lo que estáis reivindicando hay otra concepción de Iglesia, de sacramentos y de eucaristía, que cambiarán la forma del sacerdocio, y eso no se cambia rápido, requiere mucha paciencia porque es una transformación de toda una mentalidad de dos mil años que, además, estaba y está también en la cultura y las estructuras sociales con las que la Iglesia ha caminado. De modo que lo que pedís es algo muy profundo, es otra forma sacerdotal. Y eso es muy difícil que lo haga el hombre porque él está implicado en su mismo rol… Y entonces se requiere paciencia, no se trata de ser buenas sino de ser “largas”, para que el cambio sea en profundidad y toque realmente lo que se quiere cambiar. Porque la comunidad es claramente femenina.

P.- Pero si las estructuras siguen siendo tan patriarcales y limitantes para la participación de la mujer, entonces ¿por dónde avanzamos nosotras? Porque el riesgo es quedarnos en nuestra propia organización y estructura, hacer nuestra propia oración y que eso no sea fecundo para el resto.

R.- Yo creo que vosotras debéis mantener vuestra propia dinámica, vuestros propios encuentros, que os nutren, son importantes, y al mismo tiempo saber que eso forma parte de algo mayor. Seguir innovando en vuestra propia manera de hacer, estableciendo modos de hacer femeninos, que no sean clericales, y ese modelo irlo contagiando. Por ahí veo yo la cosa…

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