El pasado 9 de noviembre la Fundación Luz Casanova presentó en el barrio de Vallecas la campaña Atrévete a mirar, una iniciativa del equipo LuZiérnagas que ofrece un espacio seguro y acompañado por profesionales en el que poder abordar las violencias que sufren las mujeres sin hogar por el mero hecho de serlo. Una campaña imprescindible porque no solo analiza y denuncia de forma creativa y pedagógica la doble invisibilidad de las mujeres sin hogar, por su situación de calle o de vivienda insegura y por su condición de mujeres, sino que además nos ofrece a la ciudadanía, profesionales y voluntarios/as algunas herramientas que nos ayudan a re-enfocar la mirada, porque para atrevernos a mirar necesitamos también desaprender miradas y aprender otras nuevas
Desaprender, por ejemplo, la mirada androcéntrica y patriarcal que nos impide reconocer las situaciones de sinhogarismo oculto en el que las mujeres están sobre representadas y que, sin embargo, los recursos o las estadísticas frecuentemente no identifican porque las éstas, antes de acabar en la calle, buscan soluciones alternativas, lo que las expone a agresiones y abusos múltiples y mucho más estigmatizadores.
Desaprender esta mirada implica incorporar, no solo un enfoque de derechos humanos, sino una perspectiva de género e interseccional. Solo así podemos, descubrir y actuar. Creo que la principal novedad y acierto de esta campaña radica precisamente en esa perspectiva y su planteamiento feminista. Un enfoque imprescindible para poder poner fin al muro de la naturalización y a la indiferencia frente a la realidad del empobrecimiento y la exclusión de las mujeres que vive en nuestros barrios, en nuestras ciudades.
Otra aportación muy interesante de la campaña es la incidencia en un cambio de paradigma en al abordaje de la realidad de las mujeres sin hogar y la ampliación del concepto mismo de sinhogarsimo, incorporando la tipología Ethos de la Federación Europea de organizaciones que trabajan con las personas sin hogar (FEANTSA 2005), entendiendo como tal la realidad de carecer de techo, (vivir en calle, albergue), pero también carecer de vivienda (alojamientos temporales, cárcel, vivienda insegura, amenazas de desahucio, ocupación, vivir bajo amenaza de violencia, etc.) y vivienda inadecuada (hacinamiento extremo, vivir en espacios sin condiciones de habitabilidad, etc.). Es decir, que cuando hablamos de mujeres en situación de sin hogar nos referimos no solo a quienes pernoctan en la calle o en un recurso residencial, sino a todas aquellas que sobreviven en viviendas inseguras e inadecuadas.
Desde esta comprensión se redimensiona la situación de las mujeres sin hogar, puesto que mayoritariamente viven en condiciones inseguras e inadecuadas o bajo la amenaza de violencia de género o intrafamiliar, a la vez que se identifica como causa estructural del sinhogarismo femenino los desahucios, la falta de vivienda inasequible, la burocratización, la lentitud de las ayudas y la insuficiencia de los sistemas de protección social.
Otro elemento a destacar es el talante pedagógico y creativo que plantean las unidades didácticas presentadas: el “Memory de las mujeres en situaciones de sin hogar”, o “El gran juego de la LuZiérnaga”, dirigido a identificar los factores de riesgo, sensibilizar y dar visibilidad a este colectivo de mujeres.
Hay una frase de unas de las casillas del gran juego de la LuZiérnaga con la que quiero terminar: “El sistema es una ciénaga, avanza hasta la siguiente luciérnaga”. Para que el sistema deje de ser una ciénaga para ninguna mujer, sea cual sea su origen, su situación administrativa, el color de su piel, su orientación sexual, etc., necesitamos poner fin a ese entramado de exclusión que atraviesa a las últimas de la ciudad y necesitamos también incidir en reconocer su palabra propia, su capacidad de agencia y su participación hasta que la vida de todas las mujeres importe. Porque, como dicen las compañeras que han puesto en marcha esta campaña,
“las luZiérnagas, al igual que las mujeres que acompañamos, brillan en medio de tanta oscuridad”.
Aprendamos a mirar y luchemos sororalmente, junto con ellas para que su luz no se apague. Porque lo que es bueno para las mujeres más empobrecidas y excluidas es bueno para todas. Como decía Luz Casanova, la mujer que puso en marcha los proyectos sociales que generaron con el correr de los años la fundación que hoy pone en marcha esta campaña, “Que por nosotras no quede”.
