Esos negacionistas del espíritu evangélico

 Comunidades Cristianas Populares de Valladolid

Los migrantes nos recuerdan la condición originaria de nuestra fe. Y es que, el migrante pobre, cuando es visto desde el Evangelio, evoca en nosotros injusticias, guerras, discriminaciones… y provoca un doble movimiento: uno interior desde las mismas entrañas que se conmueven y otro que nos sitúa en la acción que construye la hospitalidad. Nuestra identidad cristiana pasa por este ejercicio que consiste «en recorrer juntos un camino para construir ciudades y países que, a la vez que conservan sus respectivas identidades culturales y religiosas, están abiertas a las diferencias y [saben] cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana» (Fratelli Tutti).

Hay declaraciones y acciones, como las propuestas del portavoz del partido VOX en Castilla y León y la del gobierno municipal de Burgos —luego corregida por el Partido Popular— de suprimir la colaboración con ONG que trabajan con inmigrantes, que niegan e instrumentalizan este ADN de la religión cristiana. Quienes, desde una ideología excluyente, niegan el pan y la sal al inmigrante no católico y pretenden mantener la ayuda social exclusivamente a Caritas por ser de la iglesia católica no protegen el mensaje de Jesucristo ni a quienes se comprometen con él. No es cristiano inducir en la población, con insultos, mentiras e interpretaciones tendenciosas de la realidad, sentimientos y actitudes que dañan al que ya está estigmatizado, al pobre que lucha por conseguir una vida digna y mejor. No es cristiano destruir el proyecto de fraternidad al que estamos convocados cuando se daña la frágil convivencia de barrios segregados, tocados por la exclusión y la pobreza. No todo vale para conseguir el poder que otorgan los votos. 

Nos miramos también a nosotros, porque no se trata solo de inmigrantes; se trata de nuestro perfil humano, de nuestra identidad cristiana. Se trata de nosotros, de nuestra fidelidad a lo que es esencial en nuestra vida cristiana: el mandato del amor. Se trata de nosotros, de mí mismo creyente y seguidor de Jesús de Nazaret, que también es extranjero. El papa Francisco nos puede servir de guía en esta cuestión. Cuando quiso articular otro modo alternativo de enfrentar la inmigración lo resumió en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar

Estos verbos configuran nuestras actitudes y nos animan a ensayar acciones responsables con las personas inmigrantes. Esta es nuestra manera de ser cristianos, de acoger al forastero, dar pan al hambriento y agua al sediento.

[Imagen de Lutz Peter en Pixabay]

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