Pilar Yuste Cabello . alandar.org
Soy Mary Salas, María Presentación Salas Larrazábal. No entiendo que mi vida os pueda parecer interesante y menos aún transgresora. Soy la que creí en conciencia que debía ser. Sencillamente SOY, en el pleno sentido de ambas palabras. Del mismo modo que creo que cualquier persona que esté leyendo este texto ES en plenitud, aunque no lo haya descubierto. Fui premio Alandar en 1996.
Formé parte de una familia numerosa, cinco mujeres -todas ellas solteras- y cuatro varones –uno de ellos muerto durante la Guerra Civil-. Una familia numerosa, muy unida, acomodada y de profunda fe. Era la menor de mis hermanas. Cuatro de ellas estudiamos en la Universidad en un momento histórico difícil –nací en 1922- y tras el zarpazo de la guerra. Vivíamos casi siempre juntas, como residencia abierta a estudiantes internacionales en tiempos de “Santiago y cierra España”, y como casa de familia extensa después. A modo de beguinato, nuestro compromiso cristiano y social era tal que sorprendía a cualquiera vernos entrar y salir de casa atareadas en la mayor diversidad de asociaciones, publicaciones y actividades imaginables, siempre rebosantes de vida interior.
Además de mi familia, tuve determinantes influencias en mi vida: mi formación intelectual, espacios como Acción Católica, el momento histórico del Concilio Vaticano II y el encuentro con Pilar Bellosillo, única auditora laica española en el Concilio Vaticano II, maestra y amiga cuya relación evocaba el affidamentobíblico y, actualmente, en causa de beatificación. Pero sin duda fue el fuego del Evangelio el que siempre me empujó al compromiso de todo tipo. Y, aunque me resultaría imposible clasificarlos porque para mí todo formaba parte de todo (lo eclesial y lo social, la acción y el pensamiento), enumero ámbitos de ese trabajo con algunos ejemplos:
Fue el fuego del Evangelio el que me empujó al compromiso de todo tipo. Para mí todo formaba parte de todo (lo eclesial y lo social, la acción y el pensamiento)
- Eclesial: Laicado, Acción Católica, Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas. Ordenación de mujeres: Participé en la I Women Ordenation Conference en Dublín (2001) y escribí con M. J. Arana Mujeres Sacerdotes ¿por qué no? (1994).
- Social: Fundadora y Presidenta de Manos Unidas Campaña contra el Hambre, en la que destaco mi viaje a India en 1966 en un barco cargado con los alimentos de la campaña para asegurar una óptima distribución. Asesora de la Asociación Católica Internacional de Servicios a la Juventud Femenina.
- Político. De la mano de Joaquín Ruiz-Giménez, participé en la candidatura y en la sección de prensa de Izquierda Democrática (dentro de la Federación de Democracia Cristiana) y de otros foros sociopolíticos posteriores. Fui presidenta de la Asociación de Mujeres en la Transición Democrática y autora de Españolas en la Transición. De excluidas a protagonistas (1973-82).
- Internacionalista. No era frecuente ni fácil hacerlo, pero mis viajes de formación, coordinación o difusión por Europa, África, América y Asia fueron decisivos en mi trabajo.
- Teológico. Me lamentaba no haber podido estudiar Teología (estudié Filología semítica), pero dicen que he reflexionado, producido, escrito y difundido mucho en ese campo de estudio. Y lo cierto es que la participación de España en la Asociación Europea de Teólogas se logró gracias a mi empeño. En 1993 publiqué De la promoción de la mujer a la teología feminista.
- Ecuménico. Además de otros foros, fui coordinadora nacional de España en el Forum Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa.
- Interreligioso. Reconozco mi acercamiento personal y teológico, especialmente con el Judaísmo y el Islam.
- Formación popular. Presidí la Comisión Nacional de los Centros de Formación Familiar y Social y dediqué esfuerzo y cariño a diversas publicaciones, foros y encuentros sobre esa cuestión crucial para mí en una España en la que las mujeres necesitaban salir de un auténtico limbo cultural. Tuve varios cargos técnicos en el Ministerio de Educación.
- Feminista. A veces me costaba denominar así todo mi trabajo por la emancipación de las mujeres. Quizá por mi edad, pero no por falta de valor. Publicar Nosotras las solteras (1959) y La mujer soltera, nueva potencia (1966) no fue fácil. Participé en el Foro de Estudios de la Mujer e incidí en la formación popular de las mujeres. El homenaje que recuerdo con mayor cariño fue el reconocimiento del Consejo de la Mujer de Madrid como una de las Cien ilustres del siglo XX.
- Pensamiento: A pesar de mi timidez, hasta el final de mis días tomé la palabra y articulé espacios de reflexión, formación y difusión. Fundé y dirigí varias revistas (Cumbres, Senda, Alameda. Hogar 2000, Signo…) y participé en innumerables congresos, conferencias, talleres, entrevistas, foros internacionales, gestión de espacios de formación, Centros Católicos de Cultura Popular, editorial PPC.
Siempre, al precio que fuera, quise decir lo que pensaba y hacer lo que decía. No ha sido fácil
Han dicho de mí que era fuerte, inteligente, culta, responsable… De serlo, nada de eso es mérito mío. Todo ha sido un regalo de mi familia o de mi fe (¿cómo separarlas?). Pero quizá el esfuerzo, el entusiasmo (“no quiero dejar de tener algo en el telar”) y la coherencia han sido matices propios en este camino de la vida. Siempre, al precio que fuera, quise decir lo que pensaba y hacer lo que decía. No ha sido fácil. Mi salud tampoco acompañó.
Nunca me jacté del reconocimiento mediático, social e intelectual. Mi vida fluyó desde lo que fue mi familia, hasta esa familia sin fronteras de la que, en fidelidad a Jesucristo, quise formar parte y participar en construir. Mi otra gran familia.
Buena parte de mis últimos años, me dediqué a gestionar en la sombra la participación de cristianas y teólogas españolas en foros internacionales desde el Foro de Estudios de la Mujer. Gracias a ello, España tiene voz propia en la Sociedad Europea para la Investigación Teológica (ESWTR) y en el Forum Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa (EFECW). Era rara la semana en que no se me viera gestionar papeles en el Instituto de la Mujer porque sentía que mi misión en ese momento era hacer de lanzadera a las compañeras más jóvenes.
Fui expulsada de forma traumática en dos ocasiones de Acción Católica, pero nunca he dejado de amar a la Iglesia. He muerto como hija de la Iglesia, como mi admirada Teresa de Jesús
Fui expulsada de forma traumática en dos ocasiones de Acción Católica, pero nunca he dejado de amar a la Iglesia: “Para mí lo importante es que la Iglesia me ha llevado a Cristo, me ha mostrado que todos somos hijos de un Padre común que nos ama a pesar de todos nuestros defectos, y me ha enseñado a amar a los hermanos. Para colmo en la Iglesia he descubierto que Jesús respetó, dignificó y valoró a la mujer como nadie lo hizo antes ni después. No tengo más remedio que amar a esa Iglesia”. Cuatro obispos y una pastora evangélica oficiaron mi funeral. He muerto como hija de la Iglesia, como mi admirada Teresa de Jesús.
Puedo decir que mi vida ha tenido sentido y lo sigue teniendo. Quiero pensar que el sentido de mi vida ha sido esa preparación y disfrute del banquete del Reinado de Dios.
Una “joven” compañera me leyó en el hospital el Evangelio del día, Lucas 14, 15-25. Entre lágrimas me decía que yo había hecho realidad esa bienaventuranza de participar en ese y posibilitar que otros también se sentaran a la mesa: pobres, “impuros”, mujeres.
No pude contestar; la miré desde la serenidad de quien ha hecho todo lo que ha considerado y ha podido hasta el final. Con la paz de quien ya comienza a mecerse en el seno materno de Dios, de quien ya lo hizo en vida, de quien está bañándose en la Luz de Dios y la reflejó en todos los rincones de oscuridad a los que se atrevió a entrar, aunque sigue quedando oscuridad y pies que lavar.
