Ortodoxia, diáconos y diaconisas

 Jesús Martínez Gordo. cristianismeijusticia.net

Una sugerencia para el papa León XIV

A la espera de lo que pueda decir -y decidir- al respecto el papa León XIV, conviene recordar el proyecto -sugerido durante el pontificado de Francisco- de implementar el diaconado femenino como un ministerio laical instituido, tal como lo son, por ejemplo, el lectorado, la acolidad o la catequesis.

Francisco parecía estar dispuesto a acoger la ministerialidad del diaconado femenino, pero fundamentada en el bautismo y, por tanto, como un carisma personal que, reconocido mediante una bendición, se ponía al servicio, por supuesto, de la comunidad cristiana y de la sociedad. Con tal propuesta, el diaconado femenino no debía ser un ministerio o servicio ordenado, es decir, fundamentado en la recepción del sacramento del orden y con capacidad para poder actuar en representación de Cristo Jefe, servidor de los pobres y promotor de la justicia.

El papa Bergoglio tenía dos dificultades teológicas y una eclesiológica que le inclinaban a proponer la «solución» del diaconado femenino como un ministerio laical instituido. Probablemente, la más importante –y casi nunca dicha– era la eclesiológica: el reconocimiento del diaconado femenino como un ministerio ordenado tenía todos los números para provocar un cisma en la Iglesia católica; en particular, en aquellas zonas en las que la cultura es radicalmente patriarcal y machista. O, al menos, para poner la unidad eclesial en el límite de la ruptura. Más aún si a esta decisión se sumaban otras que ya la tensionaban: por ejemplo, las aperturas —particularmente tímidas— sobre la moral sexual y la pastoral familiar.

Creo entender -pero es una opinión personal- que tal temor quedaba reconducido y personalmente silenciado gracias a dos argumentos que solía esgrimir como dificultades teológicas: según el primero, el ministerio ordenado estaba reservado a los hombres porque se trataba de una verdad que debía ser acogida «como definitiva» —desde Juan Pablo II—. Y Francisco, como hijo de la Iglesia que era —y quería seguir siéndolo— le acogía como tal, es decir, como «definitiva» y, por tanto, sin cuestionarla.

Antes de ahora he expuesto que Francisco, al argumentar de esta manera, creo que confundía lo que es una verdad infalible e irreformable (y, por tanto, fundamental para conservar la unidad de la fe y no ponerse fuera de la Iglesia católica) con lo que es una verdad «definitiva» —y reformable— para salvaguardar la unidad de la Iglesia (para salvaguardar la unidad de la Iglesia) ( dogmático ) A diferencia de las infalibles, las verdades definitivas pueden dejar de ser «definitivas» en otro momento posterior. Es lo que se puede apreciar, por ejemplo, leyendo las decisiones papales de suprimir y, posteriormente, restaurar la Compañía de Jesús.

De acuerdo con la segunda dificultad teológica, el papa Bergoglio argumentaba que no estaba nada claro que hubiera existido, en los primeros siglos de la Iglesia (el argumento de la tradición ), mujeres diaconisas como lo eran los diáconos hombres. Francisco daba por buena la tesis de que las diaconisas —a diferencia de los diáconos— no eran ordenadas, sino bendecidas. Por tanto, el suyo no era un servicio ordenado, sino un ministerio laical; es decir, no había sido conferido para actuar en representación de Cristo Cabo y, consecuentemente, estaba encerrado en el presbiterado y en el episcopado.

Cuando la Comisión Teológica Internacional se posicionó sobre el diaconado femenino (« El diaconado: evolución y perspectivas », 2002), dejó abierto el asunto: corresponde «al ministerio de discernimiento que el Señor ha establecido en su Iglesia pronunciarse con autoridad sobre la cuestión». Pero también sostuvo, unas pocas líneas más arriba de esta conclusión, que «cuyas diaconisas se hace mención a la Tradición de la Iglesia antigua —según lo que sugieren el rito de institución y las funciones ejercidas— no son pura y simplemente asimilables a los diáconos».

A diferencia de esta conclusión, 16 profesores activos y eméritos de liturgia y teología litúrgica en varias escuelas teológicas y seminarios de Grecia y Norteamérica sostienen que la investigación actual permite afirmar de manera «más definitiva» que en la Tradición de la Iglesia ortodoxa «las diaconisas» eran ordenadas «para los oros cheirotonía ) y no simplemente designadas para el clero menor ( cheirothesía )». Además, prosiguen, también «sabemos que en la antigüedad los deberes litúrgicos de las diaconisas eran más limitados que los de los diáconos debido a la concepción cultural ya la segregación de la mujer en la sociedad bizantina. Sin embargo, las diaconisas desarrollaban su ministerio hacia las mujeres al igual que los diáconos lo llevaban a cabo hacia los hombres».

«Igualmente creemos —concluyen estos 16 profesores— que el rol litúrgico de las diaconisas puede ser ampliado hoy, con el fin de ayudar a satisfacer las necesidades particulares de la comunidad actual».

Si no me equivoco, creo que las dificultades teológicas que aducía Francisco en su tiempo para ralentizar —e incluso bloquear— el acceso de las mujeres al diaconado siguen presentando las mismas —o más— inconsistencias teológicas, a la luz de esa aportación. A fecha de hoy, sigo entendiendo que la cuestión central no es teológica ni eclesiológica, sino evangélica . Y ésta pasa por responder a la siguiente pregunta: ¿cuál sería el comportamiento de Jesús hoy ante el acceso de las mujeres al ministerio del diaconado y, por extensión, al del presbiterado y del episcopado?

Entiendo que éste es un asunto que no puede ser resuelto sólo y exclusivamente por el papa León XIV —aunque fue otro papa (Juan Pablo II) quien declaró «como verdad definitiva» la imposibilidad del acceso de las mujeres al ministerio ordenado—. Pero también creo, a fin de facilitar una salida lo menos traumática posible, que no estaría de más que el papa Prevost permitiera afrontar este asunto en la próxima Asamblea Eclesial en octubre de 2028 o, si le pareciera más conveniente, que se dedicara a una Asamblea Eclesial monográfica para tratar este asunto. Es simplemente una sugerencia. Nada más.

[Imagen de RDNE Stock project en pexels.com ]

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