Pepa Torres.
Oreja Madre
ISBN: 978-987-8272-33-7
En 2023, Dani Zelko, con una larga conexión con comunidades indígenas en Argentina, inicia una búsqueda de su linaje judío, siguiendo las huellas de su tatarabuelo, un traductor del siglo XIX que desafió las tradiciones rabínicas para interesarse por la literatura y el Iluminismo. Durante sus viajes por Polonia y Lituania, en ghettos y campos de concentración, su diario de investigación se entrelaza con recuerdos de su infancia en Buenos Aires, sus lecturas y reflexiones sobre su proyecto artístico «Reunión», que lo conecta con prácticas ancestrales y comunidades en riesgo. Sin embargo, todo cambia drásticamente en octubre, cuando Hamas ataca Israel y parte de su familia en los kibutz es asesinada. A partir de ese momento, su libro se convierte en un proceso de cuestionamiento y crítica sobre qué significa ser judío hoy, en medio de la violencia y la política del Estado de Israel contra Palestina. El libro, titulado «Oreja madre», invita a reflexionar sobre por qué se asocia el pueblo judío con el Estado de Israel, cómo luchar contra el antisemitismo sin olvidar la causa palestina, y cómo abordar temas como la espiritualidad, el duelo, la violencia y el territorio. En un contexto global de discursos de odio y tecnologías que apagan la sensibilidad, la obra busca desarmar binarismos y promover la escucha activa, dando voz a quienes han sufrido genocidio, racismo y despojo, en un diálogo diverso y profundo que reconoce las contradicciones y verdades difíciles de aceptar.
Autor: Dani Zelko
Fecha: 2025
Otra mirada desde el judaísmo no sionista sobre el genocidio en Palestina
Conocí a Dani Zelko a partir de Ana Longoni, de la red de artistas activistas Conceptualismos del Sur. Nos conocimos en pleno confinamiento, tras la muerte de Mohamed Hossain, un vecino de Lavapiés, por falta de intérpretes en la atención médica telefónica de urgencias. Fue una muerte injusta y desoladora que, a través del proyecto Reunión: Lengua o muerte, pudimos duelear. También reivindicamos la presencia de intérpretes mediadores en centros de salud, hospitales, escuelas y centros sociales, presencia que hoy en día, en la comunidad de Madrid, sigue siendo prácticamente inexistente. Aunque nuestras conversaciones fueron online, quedé hechizada por la capacidad de Zelko de escucha y de trascripción de un relato colectivo en el que ninguna voz perdió singularidad propia.
Me sucedió lo mismo cuando lo conocí cuerpo a cuerpo en un segundo proyecto Reunión, con motivo de la muerte de nuestro compañero mantero Mame Mbaye. Pero Oreja Madre me ha llevado mucho más allá del hechizo: me ha hecho adicta a Dani Zelko.
Aunque en Oreja Madre Dani retoma el escribir en primera persona, no deja de ser un libro colectivo:
- Su tatarabuelo Yoseh Elihayu Trivush, del Movimiento Judío Iluminista, revolucionario y traductor de las obras clásicas al hebreo, que se reapropió de esta lengua y se la arrebató a las élites religiosas.
- Su tío abuelo David, que pasó del sueño comunitario del kibutz al matar o morir del Mosad y el relato sionista.
- Ghassan Kanafanni, líder palestino asesinado por una bomba puesta por David.
- La prima de Dani y su familia, asesinados por Hamas en el atentado del 7 de octubre del 2023.
- La autoridad ancestral mapuche Soraya y el chamán wichí Caístulo.
- Los militantes del BUND (Partido Judío Socialista de los Trabajadores), de la resistencia en el levantamiento del gueto de Varsovia.
- Diana Aisenberg, artista judía argentina, adoptada por el palestino Ibrahim, experto en armar otro canal que no sea el del odio.
- Las niñas, niños y niñes de Gaza y su deseo de morir arreglados y enteros y no a pedazos.
- La brigada del papel, jóvenes poetas que, en el gueto de Vilna, llevaban libros escritos en yidis atados al cuerpo para esconderlos bajo tierra.
En el relato hablan los vivos, pero también los muertos. Sus espíritus conviven con nosotros, para sanar la enfermedad de la mala oreja, la desmemoria y la manipulación de la historia, para desenmascarar el relato colonial y genocida del sionismo. Dani, como en una Reunión diferente, pone oreja y escucha el llamado del pasado, que tiene cuestiones pendientes a resolver en el presente. Va descubriendo, con ayuda del chamán Caístulo y su sabiduría ancestral, que quizás a él le toque ser llave. Esos pendientes son la cuestión judía, pero no en abstracto, sino acuerpada en su propia existencia, en su genealogía, su sensibilidad, su no binarismo, su disidencia, su activismo con los y las parias de la tierra desde el convencimiento de su capacidad de agencia y el poder del nombrar y desnombrar para desarmar repeticiones que hacen daño.
El libro es una especie de exorcismo crítico y desmantelador de la narrativa familiar y cultural de la identidad judía hegemónica en el contexto del genocidio palestino, la exclusión de los pueblos mapuche y wichí y su interacción con las políticas de la crueldad, —la Internacional del odio—, representadas por Netanyahu y Milei. Por eso, iniciar la lectura de Oreja madre es, como ya he dicho, una adicción imposible de abandonar, donde lo onírico y los rituales son tan importantes como el rigor y la investigación en que se sustenta el libro.
A través de una foto de 1830 se inicia el reencuentro con el tatarabuelo de Dani, que extiende la mano y lo acaricia invitando a buscarle y buscarse. Una búsqueda que pasa por Lituania, el origen; Auschwitz, lugar de exterminio, pero también de amor y resistencia. Como dice Dina, una superviviente que le acompaña en este viaje, «nadie se salvó de este lugar sin ayuda de alguien más, nadie se salva solo». También pasa por Danzig, donde con el acto de desertar salvaron la vida sus antepasados; por Berlín, donde por un error, en el corazón mismo de la bestia, estuvieron escondidos hasta poder escapar a Argentina, atravesando un infierno sobre el que aún hay un pacto de silencio.
Viaje interior y exterior de un Dani movido por un malestar sin nombre sobre el que el chamán Caístulo le da una pista: «te soñé perdido» y que, en un ritual, la autoridad ancestral Soraya le confirma: «tu tatarabuelo te está tirando una cuerda».
Un viaje interior y exterior que lleva a Dani a preguntarse si es posible condenar el Holocausto sin condenar la Nakba: ¿Se puede rechazar el antisemitismo sin rechazar el genocidio de estado de Argentina y el genocidio mapuche? ¿Cuándo el mito del pueblo errante se convirtió en símbolo de supremacía racial, se convirtió en colonialismo victimario, genocida? ¿Podemos recordar el gueto de Varsovia o el gueto de Kovno sin ponerlo en relación con el actual gueto de Gaza?
Oreja madre es una nueva Rayuela de Cortázar, que se arma y se desarma por cualquier capítulo donde iniciemos la lectura. Un libro poético, un libro onírico, un libro político, un libro espiritual, un libro indefinible. Un libro que rompe el hielo porque una parte de Dani y su historia, sus ancestros, su madre, «sale al encuentro del otro hecho gas, líquido, vapor, ofrenda, de manera que suena en otros lo que tantas vueltas dio el oído interno».
Un libro donde lo epistolar, las cartas a su madre, a su tatarabuelo, a su tío, a Goebbels, se entrecruzan con poemas, canciones y con una prosa brillante, ágil y sugerente poblada de imágenes que te atrapan.
Oreja Madre es también una metamorfosis: el nacimiento de un nuevo yo. Un regreso desde el pasado y desde lo que está pendiente para encarnar el derrumbe de un modo de comprensión y vivencia de lo judío que necesita exorcizarse para cambiar el relato. Un libro valiente, políticamente incorrecto, porque, como comentan la madre y la hermana con el autor en una de las conversaciones trascritas, vas «a perder el trabajo en universidades y museos, expones a tus sobrinos, puedes hacer añicos la familia».
Oreja madre nos invita a des-nombrar y renombrar. Renombrar, por ejemplo, que «la islamofobia hoy es el nuevo nombre del antisemitismo» y que, si hace décadas al clímax de la inhumanidad se le llama nazismo, «las nazificaciones van y vienen para describir lo intolerable, o para marcar el enemigo absoluto. Israel hoy nazifica a los palestinos, estados Unidos nazifica a los musulmanes y las personas migrantes, porque la memoria del holocausto fue institucionalizándose para volverse lo que Enzo Traverso llama una religión civil de la democracia liberal».
Un libro que se va gestando como un extraño embarazo en el cuerpo de Dani, «convencido que para inventar nuevos comunes es necesario estallar nuestro nosotros». Convencido también de que su herida bifaz, la de formar parte de un pueblo víctima y victimario, solo sana denunciado que lo más opuesto al judaísmo es el sionismo, «porque si 60 años después de la solución final, yo me despertaba —nos dice el autor— en medio de la noche aterrado por Hitler, ¿cuántos chicos palestinos del futuro se levantarán en medio de la noche asustados por los bombardeos del 2023?»
Leer Oreja madre en nuestro actual contexto geopolítico nos reafirma en el poder de la vida y sus múltiples formas de resistencia: como aquellos partisanos que cantaban en la resistencia en el gueto de Varsovia; como cantan hoy los palestinos y palestinas enfrentando los bombardeos; como cantó la sabiduría ancestral Soraya, en aquella comisaria al ser detenida en Argentina; como cantaba Mame Mbaye y sus compañeros y compañeras en aquella patera en su travesía por el Mediterráneo hasta llegar a las costas españolas. Hoy nuestro canto se hace grito colectivo, como Oreja Madre, para parar el genocidio de Palestina. ¡Viva Palestina Libre!
[Imagen de Nemo, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons]
