Matilde de Torres Villagrá. Desde el Vacio.
El día despunta en una madrugada callada y fría de diciembre.
En el alma, mil anhelos, mil dolores, mil tristezas y otras tantas alegrías se desperezan e irán tomando posiciones según vaya clareando la mañana.
Pequeños quiebros en el camino, imprevistos, sorpresas, movilizan lo que guardo en algún sitio fuera del contacto de lo cotidiano: recursos sin usar, dolores sin terminar de vivir, miedos sin afrontar, alegrías olvidadas…
Y de repente, aquello que parece tan mío, tan íntimo, tan personal, mi pequeña dificultad, mi pequeño o gran drama tan celosamente guardado, la vida me lo muestra conectado a una enorme corriente sostenida por tantos y tantos atascados en el mismo bloqueo, ahogados por el mismo dolor o sobrepasados por la misma impotencia. Y mi dificultad se convierte en nuestra dificultad, mi dolor en nuestro dolor, mi experiencia en nuestra experiencia y algo en mí decide vivir lo que me toque hasta el fondo en nombre de todos, como hacíamos de pequeños jugando al escondite “por mí primero y por todos mis compañeros”, nos salvábamos juntos.
El regalo, descubrirme humana con los humanos y a la vez sentir que SOY.
El milagro, SER humana… conexión, vínculo, canal y puente, nexo entre lo pequeño y lo sagrado, con lo pequeño entre sí, entre lo visible y lo invisible, entre lo denso y lo sutil.
Y de premio, el poder sentir ahora, aquí, que esta alegría, esta ligereza, este discreto ensanchamiento, también es nuestro.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
