Ary Waldir Ramos Díaz – https://es.aleteia.org/
La meditación de una mujer laica teóloga española sorprende en el Aula del Sínodo, marco del discurso del Papa
“Enseñadnos a ser mejores cristianos! ¡Enseñadnos a recuperar la esencia de la comunidad cristiana que es la comunión, no la exclusión!”. Cristina Inogés Sanz (España), anticipó el discurso del Papa Francisco en el Aula del Sínodo.
El Sínodo sobre la Sinodalidad inició con detalles que no son del todo obvios. Cristina Inogés Sanz (España) fue la encargada de pronunciar una meditación antes de la alocución del papa Francisco.
Se trata de una mujer católica, que se formó en la Facultad de Teología Protestante de Madrid, SEUT, porque no obtuvo la autorización pertinente para estudiar teología en el seminario de su diócesis.
Precisamente, en su mensaje, anterior al de la teóloga autora del libro “No quiero ser sacerdote, mujeres al borde de la Iglesia” (2021, ed. PPC), el papa Francisco indicó que la Iglesia ha avanzado en la participación del laicado en la Iglesia, pero, señaló, que todavía nos cuesta, y en particular señaló la exclusión “de las mujeres, que a menudo siguen quedando al margen. ¡La participación de todos es un compromiso eclesial irrenunciable!”.
“Estamos ante ti, Dios nuestro, como una Iglesia herida, profundamente herida. Hemos hecho mucho daño a muchas personas, y nos lo hemos hecho a nosotros mismos. Venimos desde hace siglos confiando más en nuestros egos que en tu Palabra”, meditó Cristina Inogés Sanz de frente al papa Francisco y ante 200 personas convocadas para participar en el momento de reflexión para el inicio del camino del Sínodo este sábado 9 de octubre de 2021.
Sin miedo a cometer errores
“No tenemos que tener miedo a reconocer los errores cometidos. Pedro, sobre quién dijiste que edificarías la Iglesia, no comenzó bien su misión. Te negó tres veces; luego, fue al sepulcro, lo vio vacío, volvió con los demás, pero no anunció tu resurrección. Esto, que era fruto del miedo que sentía en esos momentos, se tornó decisión, fuerza y fe para cumplir el mandato que le habías dado cuando recibió la fuerza del Espíritu Santo”, ha añadido.
La teóloga laica indicó que la fidelidad a la Iglesia exige cambiar. “La fidelidad al mandato misionero recibido del mismo Jesús, la fidelidad a nuestra Iglesia, exige que se viva un cambio y, ese cambio, puede suponer una revolución. A este respecto, conviene recordar las palabras del teólogo ortodoxo Olivier Clément, cuando decía que: “A lo largo de la historia las revoluciones que han resultado más creativas, son las que nacieron de la transformación del corazón”.
Transformación del corazón
“A esta transformación del corazón estamos llamados en este Sínodo. Todo el pueblo de Dios está convocado, por primera vez, a participar en un Sínodo de los obispos. También están invitados a hacernos llegar su voz, su reflexión, sus preocupaciones, y su dolor, todos aquellos a los que un día no supimos escuchar y se fueron y no los echamos de menos. ¡Enseñadnos a ser mejores cristianos! ¡Enseñadnos a recuperar la esencia de la comunidad cristiana que es la comunión, no la exclusión!”, ha añadido.
“Ese mismo Jesús que no nos dejó normas ni estructuras sobre cómo ser Iglesia, sí nos dejo una forma de vida con la que construir esa Iglesia llamada a ser refugio seguro para todos”, explicó en su meditación.
Ella considera la Iglesia un “lugar de encuentro y diálogo intercultural, espacio de creatividad teológica y pastoral con la que afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos. En definitiva ser la Iglesia-Hogar que todos añoramos”.
La Iglesia un lugar de encuentro
Por último, meditó sobre una sinodalidad que significa “creer en el que es el primero y el último, en el que murió y, sobre todo, en el que resucitó, porque algunas veces se nos olvida que nosotros creemos en alguien que está vivo. ¡Vivo! Y camina a nuestro lado para aprender de Él y con Él a ser servidores unos de otros, porque servicio y sinodalidad van de la mano”.
Caber recordar que la teologa española invitada al Sínodo, en su obra antes mencionaba, explicaba el miedo de los hombres –en este caso, de Iglesia– a las mujeres por tres cuestiones: miedo a lo desconocido, miedo a las propias reacciones y miedo a compartir espacios y lugares. «No todos los hombres de Iglesia tienen miedo, pero sí una gran mayoría”, sostiene Inogés.
A tal propósito, el Papa había indicado en su discurso de hoy: “Si falta una participación real de todo el Pueblo de Dios, los discursos sobre la comunión corren el riesgo de permanecer como intenciones piadosas”.