Pisando el acelerador del cambio eclesial

Redaccion de Alandar

¿Está el papa acelerando el ritmo de las reformas necesarias en la Iglesia? Los últimos acontecimientos parecen confirmarlo. O se trata, tal vez, de la concreción de un proceso iniciado hace 9 años con su papado.

Al entrar en vigor, por fin, la reforma de la curia, se ha convocado para agosto un Consistorio, un cónclave sin votación, en el que los cardenales conocerán Predicate Evangelium, el documento que hace de la curia una instancia de servicio y no de poder, y  que permitirá también que un laico o laica puedan presidir un dicasterio, es decir, el equivalente a un ministerio del Vaticano.

El papa quiere que todos los cardenales conozcan e incorporen estos cambios, quiere respaldo desde las Iglesias locales, porque las resistencias son muchas, como acaba de reconocer el Cardenal Maradiaga, hondureño y miembro del consejo de los 9 establecido por Francisco, que ha hablado de “huelga de brazos caídos” en el Vaticano y de la necesidad de cambios en los puestos claves para que la reforma sea posible.

Este Pentecostés ha coincidido la entrada en vigor de la reforma de la curia con la presentación de las conclusiones de las diócesis en esta fase de los trabajos sinodales. En las suyas, la diócesis de Barcelona ha asumido la petición del sacerdocio femenino y del celibato voluntario, por citar sólo algunas. Sin duda, por ahí apuntarán muchas recomendaciones de otras diócesis y movimientos eclesiales, si se recogen fielmente las opiniones de los laicos, incluyendo también la acogida al mundo LGTBI+.

Y en la misma dirección van apuntando los trabajos del Sínodo mundial de mujeres que se celebrará en Roma en octubre, cuyos trabajos preparatorios están siendo una gozosa ocasión de encuentro entre mujeres católicos de todos los continentes, que expresan una gran convergencia en sus reclamaciones sobre la igualdad de la mujer en la Iglesia.

Mientras se pide cada vez con mayor contundencia avanzar en estas reivindicaciones, que hace mucho que habría que haber atendido y que se harán oír sin duda en el Sínodo de la sinodalidad del 2024, las fuerzas más conservadoras están en campaña, más de resistencia pasiva que de enfrentamiento,  a la espera de un nuevo papado.

Ojalá que el Espíritu siga alentando los cambios impulsados por Francisco para que la Iglesia contribuya a “renovar la faz de la tierra” y la suya propia. Con nuestra ayuda.

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