
Con frecuencia, los trabajos y la vida colectiva se realizan en lo escondido de la cotidianidad… El trabajo y la vida de la Revuelta de mujeres en la Iglesia no es una excepción. Sin embargo, ese trabajo silencioso, tejido de mil formas, también necesita salir a la calle, ser compartido y reivindicativo.
La Revuelta de mujeres en la Iglesia saldrá un año más a las calles el próximo 5 de marzo en muchas ciudades de nuestro país (Almería, Barcelona, Bilbao, Burgos, Ciutadella, Córdoba, Granada, Huelva, Las Palmas, Logroño, Madrid, Oviedo, Salamanca, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vigo, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza).
Ese día queremos reivindicar, alzar nuestra voz, ahondar nuestros anhelos y celebrar la vida construida y por construir como mujeres cristianas en el ámbito de la comunidad eclesial.
Desde la herida a los orígenes…así podríamos definir nuestro itinerario como Revuelta: seguimos identificando las heridas acumuladas en el tiempo porque, desde esa memoria colectiva, podemos enunciar nuestros anhelos para superarlas y caminar esperanzadas hacia una Iglesia de los orígenes donde el movimiento de Jesús fue igualitario.
Desde la herida a los orígenes… así podríamos definir nuestro itineraro como Revuelta
Saldremos a la calle el 5M y nos concentraremos delante de las catedrales llevando con nosotras resultados y propuestas.
A lo largo del último año hemos trabajado en tres grandes ejes de reflexión y generación de estrategias:
Hemos alzado nuestra voz y nuestra denuncia por las mujeres agredidas y, en general, por todas las víctimas de abusos y agresiones en la Iglesia como co-impulsoras junto con otros colectivos, entre ellos Alandar, de la carta enviada a la Conferencia Episcopal Española pidiendo verdad, justicia y reparación para todas las víctimas; organizando presentaciones de libros y conversatorios con escritoras, especialmente conocedoras de este tema, como Paula Merelo, Olga Belmonte y Rosaura González.
Hemos trabajado intensamente en el Sínodo de las Mujeres convocado desde el Catholic Women’s Council (CWC) y otros colectivos, colaborando con mujeres de todo el mundo en la preparación de materiales, desarrollo de talleres y presentación de conclusiones a la Secretaría del Sínodo en Roma.
Hemos aportado también al Sínodo de la Sinodalidad nuestra reflexión y nuestras propuestas, desde las Revueltas de diferentes lugares y diócesis.
Convencidas de que una Iglesia inclusiva es deseable y posible, tenemos disponible un documento de buenas prácticas (Propuesta de buenas prácticas para superar la discriminación de las mujeres en las Iglesias locales) que ya ha sido presentado a la CONFER y pronto se presentará a la Conferencia Episcopal, con el deseo de sugerir en las comunidades y parroquias formas alternativas de hacer y vivir la igualdad en la educación de la fe/catequesis, la celebración/liturgia y el compromiso/acción social.
Convencidas de que una Iglesia inclusiva es deseable y posible, tenemos ya disponible un documento de buenas prácticas
El documento presenta propuestas concretas para “desterrar el clericalismo y lograr una Iglesia menos jerárquica y más circular, verdadera comunidad de iguales, al servicio de las personas empobrecidas y excluidas”. Entre las catorce propuestas que incluye destacan la necesidad de incorporar siempre a mujeres en todas las comisiones de vicarías y arciprestazgos de las diócesis, así como impulsar la participación paritaria de las mujeres en los consejos pastorales y económicos de las parroquias. Proponemos que se fomente el uso del lenguaje inclusivo y la simbología femenina en la liturgia, en las acciones pastorales y en los documentos eclesiales y materiales catequéticos, así como “favorecer la cultura del cuidado y buen trato, y las relaciones horizontales en parroquias, colegios, entidades de voluntariado y en todos los ámbitos pastorales, porque es fundamental para la prevención de abusos de conciencia, de poder y sexuales dentro de la Iglesia”.
También han sido numerosos los talleres, conferencias y encuentros habidos entre mujeres de la Revuelta y de colectivos, comunidades, movimientos y parroquias interesadas por las propuestas de la misma a fin de crear redes de diálogo y apoyo mutuo. Entre estos ámbitos de reflexión destacan el Seminario “Mujeres en diálogo” en su VIII edición y el “Taller de Teología feminista” de San Carlos Borromeo, promovido a instancia de esta comunidad.
Finalmente, queremos hacer referencia a la publicación del libro “La Revuelta de mujeres en la Iglesia. Alzamos la voz” (Madrid, Editorial La Imprenta, 2022) que marca un hito recopilatorio del pasado, presente y anhelos para el futuro de las mujeres de la Revuelta.
Se trata de un trabajo colectivo, coordinado por siete mujeres de las Revueltas de Barcelona, Madrid, Santiago de Compostela, Sevilla y Zaragoza, con la colaboración de mujeres de América Latina, Asia y Europa. Una ventana abierta para quien desee asomarse a esta realidad y quiera adentrarse “en un camino indispensable, ineludible e imparable porque la situación de las mujeres en la Iglesia es una vulneración de derechos y su restitución una cuestión de justicia” como afirman las autoras en la justificación del libro.
Todos estos pasos, las acciones cotidianas y nuestro deseo de empujar el futuro para que pueda ser, hacen posible “experimentar que, en el ámbito de la igualdad, otra Iglesia es posible y ya está naciendo”.
Soy pedagoga de formación y mi vida profesional la he desarrollado como funcionaria del Servicio Público de Empleo Estatal en ámbitos de Formación, Empleo y Cooperación.
Me reconozco mujer feminista y creyente; he crecido en colectivos como Somos Iglesia, Mujeres y Teología, Redes Cristianas y ahora, especialmente, en la Revuelta de Mujeres en la Iglesia.
Vivo y comparto mi fe en una pequeña parroquia de Madrid.
Actualmente soy presidenta de la Fundación Luz Casanova.
Milito en el movimiento social por un Sistema Público de Pensiones.
Me preocupa y ocupa la sociedad: la desigualdad entre géneros, clases y países.
Me preocupa y ocupa la Iglesia: la ausencia de las mujeres en la reflexión, la experiencia compartida y la toma de decisiones, así como la liturgia desvaída y des-apasionada.