Yo vengo a ofrecer mi corazón

Charo Marmol. alandar.org

Llevo unos días, unos cuantos ya, pensando qué escribir en esta columna: todo lo que se me ocurría tenía una aire derrotista y frustrante, un tanto gris.

Este año durante toda la Semana Santa me ha sido difícil no tener más presente aún todas las violencias y las guerras que está sufriendo nuestro mundo. El Viernes Santo, ante María al pie de la cruz de la que pendía el hijo maltratado y asesinado, me venían las imágenes de estas Marías gazatíes con sus hijos en brazos asesinados, unas veces por las balas y otras por hambre. Me ha sido muy difícil felicitar la Pascua, pensar que siempre la vida vence a la muerte…

Y ante estas ideas unidas a la experiencia religiosa, están las ideas que caminan con la política: la política de los políticos del “y tú más”, que se enganchan en discusiones estériles e infructuosas para la mayor parte de la población, especialmente para las más y los más desfavorecidos: Tu piso, tu viaje… tu novio, tu mujer… Y como si estuviéramos en los tiempos del “pan y circo”, nos echan al ruedo una suntuosa boda y por unos días, unas horas… todos se olvidan de aquello más importante para centrarnos en si lo que se baila es un chotis o quien lo baila es un patoso, si los novios se llevan mucha edad, los horribles sombreros de las señoras y los kilos de más de algunas y algunos… ¡¡¡Y a mí que me importa la vida privada de nadie!!!

Pues estaba en todas estas ideas-anclas que no me dejaban salir a flote, cuando han empezado a moverse algunas cosas que, al menos para mí, son importantes.

Esta mañana me he levantado con dos buenas noticias:

Son pequeños pasos, pero son pasos. Y esta mañana, en el rato de oración-meditación que me regalo cada día he escuchado a Mercedes Sosa. “Quien dijo que todo está perdido. Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Tanta sangre que se llevó el río.
Yo vengo a ofrecer mi corazón

No será tan fácil, ya sé que pasa.
No será tan simple como pensaba.
Como abrir el pecho y sacar el alma.
Una cuchillada del amor

[…]

Y hablo de países y de esperanzas.
Hablo por la vida, hablo por la nada.
Hablo de cambiar ésta, nuestra casa.
De cambiarla, por cambiar nomás.

¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Y de pronto se me han llenado los pulmones de aire y la vista se me ha ampliado. El objetivo de mi cámara ha variado de posición y he descubierto a muchas personas sencillas, que no salen en los telediarios, que no tienen unas líneas en la prensa ni un espacio en la radio, pero que son los que empujan el mundo para moverlo, aunque sólo sea un poquito.

Y también vale lo que hemos dado en llamar la “solidaridad del ratón”, apoyar con nuestra firma aquellas acciones que llevan a cabo quienes hoy son más jóvenes y ocupan los espacios públicos, la calle.

No tan jóvenes han sido las mujeres suizas que se han atrevido a denunciar a su país ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y quien lo ha hecho ha sido la Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima.

Para luchar por el bien común, por la vida en nuestro planeta no hay edad ni raza ni color… ¿quién dijo que todo está perdido?

2 comentarios

  1. Me ha gustado este ejercicio activo, la canción y esa señal que marca un paso hacia el objetivo; no perder de vista hacia donde nos dirigimos. Estamos en una depresión social generalizada y sin -de momento- visos de concienciación ante la lacra. Leerte ya es un indicativo: .. no todo está perdido .. “yo vengo a ofrecer mi corazón.” ✨✨

  2. Gracias!!! Me hacía falta leer algo así, para retomar las fuerzas, para cambiarle la dirección a mi propia lente. Bendiciones. Cristina.

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